domingo, 18 de enero de 2015

Golpiza iluminadora

Crítica de José Donayre sobre la primera edición


En ocasiones, se tiene la impresión de que hay historias sinuosas que buscarían ser narradas por escritores de cierto temple para resolver las situaciones límite que —soterradamente— conllevan. Los relatos que Orlando Mazeyra ha reunido con el título de La prosperidad reclusa estarían hechos de esa materia tan peligrosa, más aun si esta se manipula en el ámbito de la metaficción literaria, donde el autor corre el riesgo adicional de entramparse en su proyección o diluirse en su propia elusión.
Pero Mazeyra, además, insiste en lo escatológico, onírico y decadente. Estos intereses, finalmente, aplicados en el entramado referido, crean una atmósfera ideal para que el autor vierta sus preocupaciones y contradicciones estéticas, entre ellas, la veracidad literaria: «La verdad es un mal necesario que nos ayuda a tratar de entender lo que nos pasa» (p. 95). Así, el autor consigue maniobrar con éxito sobre los andurriales de lo real-inventado, con ciertos afanes por la autobiografía velada.
El libro supera el efectismo del detonante anecdótico y aspira a historias contadas con singular soltura y desfachatez. Parece que cualquier perversión o subversión fuera magnífica plastilina en manos de Mazeyra para diseñar personajes y someterlos a situaciones poco felices. Incluso parece que sus temas encontraran un muy afortunado horizonte en los conflictos narrativos y, no obstante la vil realidad que se recrea, el protagonista —y de paso el lector— sale incólume y agradecido… a pesar de la golpiza.

José Donayre Hoefken (revista Caretas)

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