La clave en este libro son los personajes, todos poseen una aureola de intensidad y extrañamiento por el mundo perdido o el mundo que les espera. El primer cuento “Vacíos”, es un microrrelato que juega a la voz de un trazo de lo que se viene “Algún día encontraría la fachada del maldito teatro. El teatro de mi vida. Donde perdí la cordura poco a poco…, mientras las boleterías se iban quedando vacías”. Este primer cuento, como los demás, propone que la narración sea completada por el lector, el relato, más que llenar un vacío, lo crea. Asistimos entonces al momento especial de la construcción de la creación.
“La dulce espera” involucra el conflicto de la escritura y la creación “…Después de diez libros mediocres (tres volúmenes de cuentos y siete novelas fallidas), sigo sin poder gestar un alma femenina que convenza a mi editora. Mi madre todavía no está muerta y yo tendría que morir también para ser capaz de contar nuestra historia”.
Para el periodista César Hildebrandt el cuento “Tras la puerta” revela un prometedor futuro literario. La voz de un esquizofrénico arma su propio drama, la desadaptación e incomprensión familiar y la búsqueda de respuestas y el desasosiego a través de la escritura. La creación literaria, entonces, va ligada a lo marginal, a ese vacío que no puede llenar solo el escritor o el esquizofrénico, ni tampoco los lectores.
Los valores de La prosperidad reclusa son la experimentación positiva en el tratamiento del lenguaje y las situaciones de conflicto, así como también la configuración en las posibilidades de los personajes. Invitamos al público a la lectura de este prometedor libro.
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